¿Necesaria otra constitución?

LAS DOS CARAS DE LA MONEDA

¿Necesaria otra constitución?

Hace algunos días asistí a un foro realizado entre las actividades del VII Encuentro Regional Sur-Suereste de Estudiantes de Historia (ERSSEH) titulado “Revolución mexicana. Analizando su legado”, en la que se hizo mención de lo que nos dejó dicha revolución y como ha ido cambiando a través del tiempo.

Lo que causó más controversia y abrió un debate entre los asistentes es sí de debiese reformarse o hacer una nueva constitución, porque la que nos rige en la actualidad fue creada en 1917, ese fue uno de los legados que nos dejó la Revolución mexicana.

La mayoría de las personas asistentes coincidieron en que se debe crear otra constitución, justificando sus argumentos en que ahora los tiempos ya cambiaron, el comportamiento social es muy diferente que hace 93 años, que esas leyes fueron creadas para la sociedad de ese tiempo y quizas para un futuro a mediano plazo. Se manejó la idea que prácticamente la constitución actual queda obsoleta porque no ayuda a la República y a sus integrantes.

Sí tienen razón en la parte que dicen que es algo increible que nos siga rigiendo una constitución hecha hace casi 100 años, pero para eso se suponen que los diputados y senadores reforman las leyes o se crean algunas para las necesidades de la sociedad actual. La constitución de 1917 ha cambiado mucho a traves del tiempo, se deben de hacer o han hecho ciertas modifiaciones a algunos artículos para el “beneficio” de la nación.

La discusión o el disgusto de algunas personas en querer crear otra constitución, se basa en algo erróneo (eso quiero creer): piensan que las leyes no estan a favor de la sociedad, porque existen diversos casos que no se resuelven de una manera equitativa ya que las leyes no lo hacen de esa manera.

El error está en que las leyes no son las que estan mal, son los funcionarios públicos que no la cumplen a como es. Ellos son los que distorsionan las leyes para que éstas esten de su lado y puedan proteger sus intereses y, las leyes que son para la sociedad en general, no son o muy poco modificadas, porque no les interesa y/o no conviene que el pueblo esté protegido.

Aquí entraría un párrafo del discurso del licenciado Luis Donaldo Colosio Murrieta en el monumento a la Revolución dicho el 06 de marzo de 1994: “Veo un México con hambre y con sed de justicia. Un México de gente agraviada por las distorsiones que imponen a la ley quienes deberían de servirla. De mujeres y hombres afligidos por abuso de las autoridades o por la arrogancia de las oficinas gubernamentales.

México tiene una de las mejores constituciones y leyes del mundo, se ha dicho que muchos países quisieran tener una así y quizás se imaginan a un “México estable, en el que casi no hay inconvenientes de desigualdad social y que tiene un buen sistema político y democrático”. La realidad es otra, existen estos problemas y muchos más.

Uno de los grandes problemas que tiene México, y parece ser que el primero, es la corrupción. Está demasiado arraigada en el país, en todo el sistema, llámense política, economía, educación, cultura, salud, etcétera. Si no se combate este problema, ni haciendo nuevas leyes van hacer un país mejor.

El inconveniente no está en las leyes, sino en las personas que se suponen que están para hacerla cumplir: presidente de la República, secretarios de Estado, senadores, diputados, gobernadores, alcaldes, magistrados, jueces, altos funcionarios, entre otros.

Una última cuestión que deben pensar las personas que quieren o creen que es necesaria nueva constitución es la siguiente: los autores de la constitución de 1917, eran diputados ilustrados, gente que sabía que quería y cual era la necesidad del pueblo. Se tenían presentes los ideales de la revolución. ¿Ahora cuáles serían los ideales? ¿En nuestros días la mayoría de los diputados son así?



“2010, AÑO DEL BICENTENARIO DEL
INICIO DE LA INDEPENDENCIA DE MÉXICO Y
CENTENARIO DE LA REVOLUCIÓN MEXICANA”.




“LA REALIDAD SEA DICHA CON NEUTRALIDAD”

CHARMEZ


EDICIÓN NÚMERO 24. TABASCO. MÉXICO. 30 DE MAYO DE 2010.

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